Las vibrisas son un tipo de pelos especializados que poseen algunos animales (especialmente los mamíferos a modo de bigotes) como elemento sensorial táctil; algunas plantas como las dioneas o atrapamoscas poseen elementos similares, que les ayudan a sentir los insectos cuando se posan sobre alguno de sus seis pelos, cerrando después sus dos mitades para digerirlos una vez atrapados. Si nos atenemos a la definición de la Real Academia Española podemos decir que las vibrisas son "pelos rígidos más o menos largos que actúan como receptores táctiles, propios de un gran número de mamíferos y que aparecen, aislados o formando grupos, en distintas partes de la cabeza y de los miembros, especialmente sobre los labios; por ejemplo, los bigotes del gato".
Los gatos poseen cerca de una docena de cerdas sensitivas en el labio superior y algunas en las mejillas, sobre los ojos y en el mentón. Las más importantes se distribuyen en grupos de cuatro o cinco, en unas cuatro hileras a ambos lados de la nariz. Eventualmente, estas cerdas también pueden encontrarse en las patas y las cejas. No obstante, existen razas como el Sphynx que pueden llegar a carecer completamente de ellas. Las vibrisas tienen al menos el doble de grosor que cualquier otro pelo del organismo del felino; su base es entre 5 y 6 veces más ancha, y están insertados hasta tres veces más profundos en la dermis que el resto de pelos, terminando en un seno sanguíneo “especial”, con múltiples terminaciones nerviosas. Estas cerdas transmiten impulsos eléctricos relacionados con impresiones táctiles a la región somatosensorial de la corteza cerebral, también denominada "región de barriles". En el cerebro, cada vibrisa tiene asignado un barril, el cual es un conjunto de neuronas corticales morfológicamente relacionadas con una columna cortical funcional.
2: músculos erectores
3: cápsula fibrosa
4: cavidades foliculares
4: cavidades foliculares
5: terminales nerviosas
6: glándula sebácea
7: vasos sanguíneos
8: depósitos de grasa
6: glándula sebácea
7: vasos sanguíneos
8: depósitos de grasa
Las vibrisas tienen una raíz muy sensible que les permite detectar corrientes de aire, lo que unido al sentido del olfato les hace percibir el origen de los olores; algunas de estas corrientes pueden ser generadas por el movimiento del propio animal. Al entrar en contacto con los objetos del entorno, las vibrisas ayudan a percibir las distancias de los obstáculos en plena oscuridad. De hecho, se cree que confían más en la información de sus cerdas sensitivas que en la visual si la luz es tenue, ya que las pupilas completamente dilatadas reducen su capacidad de enfocar objetos cercanos.
Las dos filas superiores de vibrisas en el labio del gato pueden moverse independientemente de las dos filas inferiores para una mayor precisión. La longitud de las vibrisas, al superar el ancho y la altura del cuerpo del animal, le permiten saber si pueden atravesar una abertura con el tamaño de su cuerpo. Las cerdas les sirven para orientarse, posicionarse en una caída, predecir si pueden o no pasar por un pequeño espacio, evitar lastimarse los ojos...
También podemos decir que las vibrisas forman parte de los amplios medios de comunicación del felino, ya que nos ayudan a conocer el estado de ánimo del animal: si está intranquilo las coloca en forma de abanico; si está enfadado las dirige hacia adelante; si su actitud es amigable y curiosa quedan enderezadas, si está asustado las pega hacia sus mejillas.
Recientes estudios de fotografías infrarrojas de gatos cazando han demostrado que también utilizan las vibrisas para determinar si la presa que han mordido está ya muerta. Se observa en las fotos que, al aplicar el mordisco fatal a la víctima (normalmente un roedor) y posteriormente mantenerla apretada entre las mandíbulas, las vibrisas "abrazan" o rodean completamente el cuerpo de la presa para detectar la mínima vibración que denote que aún está con vida. Este fenómeno protege al propio felino, porque muchas de sus víctimas, como las ratas, aún pueden morderlo y lesionarlo si el depredador se las lleva a la boca estando aún con vida.
Con todo esto, es fácil comprender la importancia que tienen para el gato las vibrisas. Cualquier lesión en las mismas es sumamente dolorosa, y deja al gato en una situación de desprotección muy marcada. La pérdida de sus pelos sensores no es de vida o muerte, pero puede ser desconcertante, pues podría ser difícil para él desplazarse sin tropezar o chocar, ya que se le dificulta con esta pérdida percibir la profundidad.
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