martes, 26 de julio de 2011

El samurái y los tres gatos



Un samurái tenía en su casa un ratón del que no llegaba a desembarazarse. Entonces adquirió un magnífico gato, robusto y valiente. Pero el ratón, más rápido, se burlaba de él. Más tarde el samurái tomó otro gato, malicioso y astuto. Pero el ratón desconfió de él y no daba señales de vida más que cuando este dormía.

Un monje Zen del templo vecino prestó entonces al samurái su gato: este tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. El samurái encogió los hombros, pero el monje insistió para que lo dejara en su casa.

El gato se pasa el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se envalentonó de nuevo: pasaba y volvía a pasar por delante del gato, visiblemente indiferente. Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el gato lo atrapo y lo mató.

¡El poder del cuerpo y la habilidad de la técnica no son nada sin la vigilancia del espíritu!

miércoles, 4 de mayo de 2011


La sorprendí jugando con su gata,
y contemplar causóme maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
...de la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,
del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera
ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,

un sonoro reír cruzó el ambiente
del salón… y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!

Paul Verlaine

lunes, 8 de noviembre de 2010

Sueño de gatos


Qué bonito duerme un gato,
duerme con patas y peso,
duerme con sus crueles uñas,
y con su sangre sanguinaria,
duerme con todos los anillos
que como círculos quemados
construyeron la geología
de una cola color de arena.

Quisiera dormir como un gato
con todos los pelos del tiempo,
con la lengua del pedernal,
con el sexo seco del fuego
y después de no hablar con nadie,
tenderme sobre todo el mundo,
sobre las tejas y la tierra
intensamente dirigido
a cazar las ratas del sueño.

He visto cómo ondulaba,
durmiendo, el gato: corría
la noche en él como agua oscura,
y a veces se iba a caer,
se iba tal vez a despeñar
en los desnudos ventisqueros,
tal vez creció tanto durmiendo
como un bisabuelo de tigre
y saltaría en las tinieblas
tejados, nubes y volcanes.
Duerme, duerme, gato nocturno
con tus ceremonias de obispo,
y tu bigote de piedra:
ordena todos nuestros sueños,
dirige la oscuridad
de nuestras dormidas proezas
con tu corazón sanguinario
y el largo cuello de tu cola.

Pablo Neruda

viernes, 9 de julio de 2010

Gatidad



La gata entra en la sala en donde estamos reunidos.

No es de Angora, no es persa
Ni de ninguna raza prestigiosa.
Más bien exhibe en su gastada pelambre
Toda clase de cruces y bastardías.

Pero tiene conciencia de ser gata.
Por tanto
Pasa revista a los presentes,
Nos echa en cara un juicio desdeñoso
Y se larga.

No con la cola entre las patas: erguida
Como penacho o estandarte de guerra.

Altivez, gatidad,
Ni el menor deseo
De congraciarse con nadie.

Duró medio minuto el escrutinio.

Dice la gata a quien entienda su lengua:
Nunca dejes que nadie te desprecie.


José Emilio Pacheco
Gracias a Whitesnowspiral por la poesía

lunes, 29 de marzo de 2010

El gato en las artes visuales

“Imagen del Alma Despierta”, Vidente de la noche”, “Dueño del ojo que ve en la oscuridad”. “Dios – Luna”...Todos estos poéticos calificativos adjudicaban los antiguos Egipcios al nuestro muy conocido gato. La diosa Bast (Bastk o Bastet, según los idiomas), creación de la estatuaria egipcia, la representaba ya con cabeza de gato y cuerpo de mujer, ya con total morfología de gato. (1) Como la apacible luna, los ojos de los venerados felinos brillaban en la oscuridad de la noche y eran los dueños del misterio.

Pero no solo en tiempos de los faraones merecieron los gatos el honor de artistas. Con sus formas elegantes, su hermosa cabeza de corte pentagonal y enhiestas orejas y la variedad de pelajes que los recubren, pero sobre todo por la plasticidad de sus poses que pueden alternar el hierático estatismo con la más lánguida voluptuosidad, estos pequeños félidos han sido tema y motivo de no pocas creaciones artísticas en todas las épocas y lugares. Por ser evocadores del misterio han aparecido ligados a imágenes de hechiceros y adivinos hasta en la iconografía popular. También por amigos del confort, el fuego y los almohadones, se los ha incluido en no pocas escenas de interior de la pintura costumbrista. Sin olvidar las ocasiones en los que se ha exaltado su instinto cazador como en esa imagen de un mosaico pompeyano del S. I de nuestra era o en la casi cruel figura del gato con una paloma entre sus dientes de Picasso -1939- y de la cual parece hay dos pinturas como en dos pasos sucesivos de la acción predatoria.


También el arte de Oriente ha fijado las imágenes de estas “Miniaturas de Tigre”, como suelen llamarlo. Pinturas y dibujos de China y Japón nos han dejado deliciosas escenas de gatos que testimonian su amor por la naturaleza toda. La pintura coreana del siglo XVIII nos brindó una delicada escena titulada “Gatos y gorriones” de Wambo, realizada con tinta y color sobre seda de casi un metro de alto. En Buenos Aires vivió durante unos años un pintor japonés, Foujita, quien al retornar a París supo de muy buenos éxitos de su delicado pincel y minuciosa ejecución, existen dos obras suyas en el Museo Nacional de Bellas Artes: “Gatos jugando” y un “Autorretrato con gato”.

Si hacemos un poco de historia en la pintura europea, nos han dejado imágenes de gatos, artistas tan destacados como el holandés Hieronymus Bosch (el Bosco) -1453-1519- autor del famoso tríptico "El Jardín de las Delicias"-1505- (Museo del Prado), donde en "El Paraíso", junto a Adán, Eva y Dios, pinta un gato desde atrás con un ratón en la boca, y en la parte central, "La Tierra" hay otro gato en color azul que lleva sobre su lomo varias figuras humanas.


También Diego Velázquez -1599-1670- en su célebre obra “Las hilanderas" (Museo del Prado) colocó un morrongo blanco y negro entre los vellones de lana del piso. Del siglo XV queda un testimonio en la National Gallery (Londres) en una pintura de Pintorcillo denominada “Penélope y las tejedoras” donde un gracioso gatito de cola anillada juega con un ovillo. También Goya -1786-en su retrato de Manuel de Zúñiga, pintó tres gatos (observar detenidamente) que acechan a un pajarito que el niño ha sacado de la jaula (Metropolitan Museum, NY).

Si seguimos avanzando, nos encontramos con el “Olympia” de Manet -1832-1883- (Jeu de Paumme, París), realista desnudo donde entre almohadones y ricas sábanas el pintor colocó a los pies de la cortesana, un misterioso gato negro que dibuja en el aire un signo de interrogación con su cola, mientras mira fijamente al espectador con un par de ojos redondos.


El incisivo dibujante y intor Toulouse Lautrec logró hermosas imágenes de gatos en más de un cartel, de esos que solía realizar para promocionar espectáculos teatrales y de music-hall en el alegre París de la Belle Epóque. Por aquellos años también pintaba el postimpresionista Pierre Bonnard que supo introducir gatos en sus refinadas escenas intimistas de exquisito colorido. Cabe aquí recordar a los finos acuarelistas ingleses del S. XIX y comienzos del XX, que supieron tomar al gato como tema de sus obras, ya solos o completando escenas de interiores muy británicas y no podemos olvidar al sugerente gato negro de cola parada que nos da la espalda y se encamina por un sendero solitario como lo dibujó el escritor Rudyard Kipling para ilustrar una de sus “Solo 50 Historias para Niños Pequeños”, Londres 1902.

Por supuesto que en nuestra plástica argentina también tenemos buenos ejemplos de imágenes gatunas, recuerdo los graciosos gatos que colocó Alfredo Guttero en su cuadro “Figuras” (Museo Nacional de Bellas Artes) donde la lánguida elegancia de los desnudos femeninos encuentra un eco en las contorsiones felinas. También las numerosas imágenes de gatos de la pintura de Nelson Blanco, un argentino residente en París y el insoslayable recuerdo para Aída Carballo que en sus grabados, dibujos y pinturas, supo dar lugar preferencial a los gatos de los que vivía rodeada.

Otro grabador, Américo Balán, gustaba fijar unas imágenes hieráticas de gatos resueltas con simplificado contorno. Tampoco me quiero excluir por falsa modestia, de esta sucinta enumeración, ya que he dedicado exposiciones al tema que estamos tratando. En 1977 presenté una exposición que titulé “De la nostalgia, la magia y los gatos” y en 1980, “Cinco años de Techos y Gatos” y en muchas otras pinturas y dibujos donde este adorado animalito me ha motivado, y podríamos seguir con la lista, pero prefiero aportar un dato que no está demasiado divulgado.

Existe un Museo del Gato, se trata del Kattenkabinet (Gabinete del gato) y está en Amsterdan, creado por un rico gatófilo holandés Bob Meijer en honor a su gato Morgan en la calle Herengracht 468. En él se albergan cantidad de obras de arte con tema gatuno, (hasta aguafuertes de Rembrandt) y muchas otras llegadas desde distintas partes del mundo. Tal es el caso de la que envié tiempo atrás que es una obra conjunta que hicimos una de mis gatas Odile y yo. Justamente el emblema gráfico de este museo es el ya mencionado “Gato que camina solo” del poeta Rudyard Kipling.
Como se habrá podido ir descubriendo a través de estas rápidas líneas, las más variadas latitudes, las distintas épocas, los diversos temperamentos, las diferentes técnicas, han dado testimonio del interés de muchísimos artistas por esta pequeña figurita tan adoradas y tan vapuleada a la vez, que los científicos han denominado Felis domesticus. Ellos nos miran con distante indiferencia, pero como dijo Walter Scott, “los gatos son una especie misteriosa, en su mente pasan muchas más cosas de las que podemos imaginar”.

(1) Ver diferentes versiones de la Diosa Bast en los artículos ."El gato como animal de compañía" del Dr. Rubén Gatti y "La dulce faceta del amor" del Dr. Héctor Barbenza, en la página de AAMeFe.

María Laura San Martín

martes, 16 de marzo de 2010

Bubastis en ojos de Heródoto

Bubastis (Per-Bastet en antiguo egipcio o Tell Basta en árabe) fue una antigua ciudad egipcia, capital del XVIII nomo del Bajo Egipto (Am-Khent), situada cerca de la moderna ciudad de Zaqaziq, en la zona oriental del delta del Nilo. En el siglo V a. C., el historiador griego Heródoto realizó una descripción de la ciudad y sobre cómo se rendía culto a la diosa en el libro II de su Historia.


Bubastis era el principal centro de la adoración de la diosa Bastet en Egipto, que los griegos identificaban con Artemisa. El gato era el animal sagrado de la diosa, que se representa con cabeza de gato o de leona y acompaña con frecuencia al dios Ptah en las inscripciones monumentales. Hoy existe una necrópolis para gatos en dicha zona. Los habitantes de Bubastis sentían una adoración especial hacia estos animales:
"Cuando se declara un incendio, es sorprendente lo que sucede con los gatos. La gente se mantiene a cierta distancia cuidando a los gatos y sin preocuparse lo más mínimo de apagar el fuego. Pero los gatos se escurren por entre la gente o saltan sobre sus cabezas y se precipitan en el fuego. Y cuando esto sucede, los egipcios se quedan muy apenados. Cuando en una casa perece un gato de muerte natural, todos sus inquilinos se afeitan las cejas (...). Los gatos muertos se llevan a un lugar sagrado donde son embalsamados y luego se entierran en Bubastis (...)."

El edificio más importante de la ciudad era el templo dedicado a Bastet, que según Herodoto "se levantaba en una isla, con dos canales que circulaban a cada lado y en medio de la ciudad a un nivel inferior a esta". Algunos bloques, que fueron reutilizados en el templo, pertenecían a la IV dinastía y llevaban inscritos nombres de faraones de esta dinastía. El templo se encontraba orientado en el sentido este-oeste. El patio peristilo es de la XXII dinastía y el patio jubilar de Osorkon II. De la sala hipóstila se mantienen algunos restos de columnas papiriformes.

El oráculo de Bastet, el templo de esa diosa y la procesión anual en su honor eran los principales atractivos de la ciudad. El oráculo ganó en renombre e importancia después de la afluencia de colonos griegos en el delta, puesto que la identificación de Bastet con Artemisa atrajo a su templo tanto a egipcios como a extranjeros.

"... La gente de las ciudades ofrecen sacrificios de esta manera: adoran al dios al cual está consagrado el animal, cortan al rape el pelo de los niños, o solamente la mitad o incluso la tercera parte, y el peso en plata del pelo cortado se entrega a la servidumbre del animal en cuestión. Con este dinero se compra el pescado con que se nutre a los animales sagrados".
"Si alguien mata voluntariamente a uno de estos animales es condenado a muerte y si lo hace involuntariamente, paga una multa que fijan en cada caso los sacerdotes..."

El festival de Bubastis era uno de los más alegres y magníficos de todo el calendario egipcio según lo descrito por Heródoto:

"Las barcas, llenas de hombres y mujeres, flotaron cauce abajo por el Nilo. Los hombres tocaban flautas de loto, las mujeres címbalos y los panderos, y quien no tenía ningún instrumento acompañaba la música con palmas y danzas. Bebían mucho y tenían relaciones sexuales. Esto era así mientras estaban en el río; cuando llegaban a una ciudad los peregrinos desembarcaban y las mujeres cantaban, imitando a las de esa ciudad. Cuando alcanzaron Bubastis celebraron un solemne banquete: se bebió más vino en esos días que en todo el resto del año. Tal era la costumbre de este festival; y se cuenta que casi setecientos mil peregrinos celebraban el banquete de Bastet."

sábado, 9 de enero de 2010

Historia natural del gato

El gato pertenece á una tribu de animales de un caracter muy feroz, llamada por los naturalistas, especie felina, la cual comprende al león, al tigre, al lince, y otras varias criaturas muy diferentes en la apariencia de nuestro doméstico y retozón mis. Su organización demuestra evidentemente que la naturaleza le ha destinado para ser animal de presa. El gato posee un gran poder muscular para su tamaño, á lo que junta una lijereza y agilidad estraordinaria, con fuertes garras para asir, y dientes agudos para destrozar y devorar su presa. Todos los individuos de la especie felina tienen una callosidad muy flexible debajo de las uñas, de modo que no se sienten andar sobre el suelo ; sus ojos están calculados para aprovecharse de la luz, por poca que sea, contrayendo las pupilas ; y los bigotes que tienen en el labio superior, naciendo entre nervios muy delicados, les avisa hasta de la mas fina telaraña que encuentran en las sendas oscuras por donde andan de noche á rapiñar. La naturaleza de toda la tribu es esencialmente cruel, matando mas animales, cuando pueden, de lo que necesitan para su mantenimiento, puesto que aun el mas regalado y manso gato se deleita en atormentar á su víctima antes de acabarla de matar, y frecuentemente la abandonan luego que se cansan de jugar con ella.


En España y otros paises se halla una especie de gato llamado Montés, el cual en la apariencia no se distingue del gato comun sino en el tamaño, siendo el montés casi la mitad mayor que el doméstico, por lo que ha sido creido como descendido de este, pero algunos naturalistas han sostenido últimamente que es una especie distinta. Nuestro gato doméstico es originario de Egipto, donde no se halla gato montés alguno. Los Egipcios antiguos apreciaban Unto al gato, que lo consideraban sagrado como el ibis, célebre pájaro de aquel país, y aun á reces les hacían los honores de la momificacion, aunque es probable que esto sería en algunas ocasiones un efecto de la maniática pasion de algunas señoras de aquel tiempo, como las hay en nuestros días. En el Muséo de Glasgow hay un gato momia muy bien preservado, el que probablemente roncaba acariciado en el regazo de alguna doncellueca Egipcia hace tres ó cuatro mil años. El gato doméstico está tan estendido por todo el mundo que apenas se hallará un país civilizado, ni aun medio salvage, donde el miz no sirva al entretenimiento de las criaturas.

El gato varía mucho en color no solo en paises distantes mas en un mismo pueblo; los mas estraños para nosotros son el blanco puro sin mancha de otro color, como el de Angora, y el rojo vivo del de Tobolsk. Las otras variedades mas singulares son, el gato de Anatolia, blanco, de pelo muy largo, el cual tiene algunas veces un ojo azul y otro amarillo ; el de Persia con pelo muy fiuo-y largo ; el de China con orejas grandes caidas ¡ el de Java sin cola alguna ; y algunos otros con una oreja chiquita dentro de la grande á cada lado.

Las cualidades morales del gato han sido un punto de mucha disputa : unos le han dado los epítetos de cruel, ingrato y traidor; mientras que otros sostienen que su disposicion es de la mayor suavidad y cariñosa ; nosotros imaginamos que hay falta de buen juicio en la comparacion de estas cualidades. ¿ Que cosa es mas natural que un gato siempre acariciado y regalado parezca manso y cariñoso ? El modo de conocer la disposicion natural de los animales es el enojarlos y aun castigarlos ¡ y dudamos mucho que el mayor abogado de la mansedumbre del gato, su mas apasionado dueño, se atreva á encerrarse en un cuarto y castigar á su favorito. No es el mejor criterio del apego de un animal á su amo que se roze contra las piernas cuando es acariciado, despues de haber dormido sobre un cojin muy suave ó en las faldas de su ama en tiempo frio; pero si el castigarlo, y que luego vuelva sumiso á la voz de su amo. El gato, por otra parte, parece mas apegado á la casa que habita, que á la persona que lo mantiene, prefiriendo vivir con el desconocido y nuevo inquiliuo, antes que seguir al que le ha criado y regalado toda su vida. Las buenas cualidades del gato pierden mucho cuando se comparan con la sagacidad, casi racional del perro, con el afecto, obediencia y sumision de este vigilante animal, que no reconoce mas domicilio de aquel en que reside su amo, que hara lo que le mandan, que dejará de hacer al instante aquello por que le riñen, y el que acabado de castigar viene á lamer la mano que acaba de soltar el látigo ; ni puede compararse con el noble, generoso y paciente caballo, el otro favorito compañero del hombre. Hasta las acciones que le han enseñado, como saltar por entre los brazos, y otros juguetes, no los hará nunca sino forzado y de mala voluntad.

Los hábitos ordinarios de los gatos son tan bien conocidos que ее inutil mencionarlos aquí. La aficion que tienen al calor favorece la opinion de los que piensan que el gato es originario del Africa. El gato tiene un placer casi irresistible en andar vagando por las noches aun mas oscuras, tanto en casa como fuera, lo que ha dado origen á la idea de que puede ver en la oscuridad así como de dia ; y en efecto los ojos de este animal estan construidos de tal manera que pueden ver con menos luz que la mayor parte de otros animales.

El modo de cazar del gato es semejante al de las otras especies de la tribu felina. Por horas enteras se pasará en algun escondrijo, ó detras de una mata acechando la cueva del raton ó el movimiento de un pajarillo con la mayor paciencia y atencion ; y si el objeto de su anhelo llega incautamente dentro de la esfera de su alcance, luego se lanza asiendo la infeliz víctima con su boca ó sus garras. Es cosa curiosa que el gato sea tan apasionado al pescado, alimento que no puede conseguir en el estado de naturaleza, aunque se hayan visto algunos gatos cojer pecesillos en los estanques á orillas de los rio.; ; pero estos casos son tan estraordinarios que no pueden atribuirse á los hábitos que le son peculiares. El gato es enemigo á mojarse, y evitará pasar por todo lugar húmedo. Es estremamente aseado, peinandose continuamente el pelo con la lengua, y la cara con las manos.

Una de las cualidades mus raras de este animal es bien conocida en las estaciones sexuales, siendo la gata la única hembra, entre todos los animales, que llaman fuertemente al macho en una tal situacion, y aunque tan aficionados al calor, hacen sus serenatas en las noches del mayor frio, sobre la nieve y el hielo. Las sensaciones de estos animales en tales ocasiones deben ser de una naturaleza muy estraña, porque las notas de su música amorosa y marcial son las mas duras, desentonadas y desagradables que pueden herir el oido aun de los otros animales. El periodo de la gestacion es cincuenta y cinco días, y produce de cuatro á seis cada vez. El amor maternal y el anhelo por su cria es muy singular; la madre combatirá contra todo animal que se acerque á sus hijuelos, no con el ruido furioso de la gallina, sino con la fuerza de una leona que hará volver atras aun al animal mas bravo. Si le quitan algun gatillo, como suelen hacer los muchachos traviesos, lo buscará luego ¡юr todas partes, y hallado lo toma en la boca, salta las paredes mas altas, sin lastimarlo, hasta ponerlo con los demas. Si las privan de todo los hijuelos, hacen por muchos dias las mas tristes lamentaciones, y hay muchas que criarán liebrecillas, y aun cachorros, no obstante la antipatía proverbial entre perros y gatos. Los gatillos quedan pronto emancipados, pero la madre tiene cuidado de instruirlos en el arte de cazar ratones antes de reconocer su independencia. No hay en toda la naturaleza una criatura mas juguetona ni mas graciosa en sus movimientos que el gatillo, con cuyo ejercicio adquiere aquella táctica admirable que ha de practicar por toda su vida en el arte de espiar, asegurar y atormentar su presa.
Cosa bien sabida es, que pasando la mano suavemente sobre el lomo de un gato en un cuarto oscuro, arroja chispas eléctrica:), las cuales serán mus vivas á proporcion que el pelo esté mas seco. Todos los animales, asi como casi toda sustancia sobre la tirrra. poseen mas ó -menos esta materia eléctrica ; y la única razon por qué se ve este fenómeno mas distintamente en el gato es la sequedad y suavidad sedeña de su pelo.

Hay varios ejemplos de sagacidad estraordiuaria en algunos gatos, pero siendo estos casos aneedotas del instinto de animales, los omitiremos aqui, reservandolos para cuando haya algunas oportunidades de mencionarlos.