Este famoso refrán o aquel dicho popular “…tiene más vidas que un gato” hacen referencia a la suerte o a la buena fortuna de alguna persona frente a una adversidad. Sin embargo, el origen de esta expresión tiene una relación clara con nuestros queridos felinos.
El origen de la expresión viene acuñado ya desde el Antiguo Egipto. Según la leyenda, ante una sobrepoblación de ratas se pensó que la estrategia para deshacerse de ellas era el balance natural, que hubiesen más gatos para que pudiesen terminar con los roedores. De este modo, el farón comunicó que los espíritus se encarnasen en los gatos para que terminaran con la peste de ratas. Como premio, tras un número de siete reencarnaciones, los gatos tomarían carne mortal… pero no de gato…Tras ellas, se convertirían seres humanos.
¿Por qué 7 vidas? En la antigüedad, el 7 era considerado un número de la suerte porque era una “trinidad de trinidades”, y, por lo tanto, del todo adecuado para el afortunado gato. Ademas que el siete fue y sigue siendo un numero cabalístico. Por otra parte, el siete se atribuye a ese sexto sentido que parecen poseer: el que les hace reencontrar al amo aun con miles de Km de distancia, o predecir si el buen tiempo o las lluvias están próximos; y ese misterio de cuando se quedan mirando algún punto indefinido en el espacio, como si una presencia invisible escapara a todo menos a sus ojos prodigiosos. Posiblemente sea así, dada su capacidad de ver lo invisible y de captar energías y frecuencias indetectables para el hombre. El poseer un gato en tu hogar alejaría a las malas personas, aparte de a los ratones y también ayudaría a desarrollar la intuición y telepatía de su amo. Cabe destacar que en ciertos países no son 7 las vidas del gato, sino 9. Parece ser que la diferencia del número se debe a la importancia que se dé a la numenorología en cada cultura; de este modo los países mediterráneos abogan por el 7, mientras en los anglosajones son 9 sus vidas.
¿Y por qué seguimos concediendo esas “siete vidas” a los felinos? La observación diaria de un gato nos hace corroborar la frase. Un felino tiene la gran capacidad de caer sobre sus cuatro patas, de forma totalmente equilibrada, aunque caiga de grandes alturas. Como ocurre con todos los felinos, la flexibilidad de su columna vertebral y su agilidad —que les permite volverse rápidamente en al aire aún cayendo de espaldas— les hace salir indemnes de situaciones comprometidas. Las almohadillas de sus patas evitan que los impactos con el suelo sean violentos. Por otra parte estamos ante un animal verdaderamente resistente, adaptable a cualquier estilo de vida y muy capaz de conseguir abastecerse en el caso de que la necesidad “apriete”. A este respecto de su gran resistencia física se ha hecho referencia en un artículo publicado el 1 de abril de 2009:
La remielinización de los gatos puede conseguir recuperar un desorden neurológico severo.
Washington.- Un grupo de científicos que estudiaba una misteriosa dolencia neurológica en los gatos ha descubierto una sorprendente capacidad en esta especie por la cual el sistema nervioso central puede autorrepararse y restaurar sus funciones si resulta dañado.
En un estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', un equipo de investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison informa de una restauración en gatos de la mielina -un aislante graso de las fibras nerviosas cuyo deterioro desemboca en una gran cantidad de desórdenes en el sistema nervioso central, la más común de las cuales es la esclerosis múltiple- hasta el punto de recobrar su funcionalidad.
"El punto fundamental del estudio es que prueba de forma inequívoca que la remielinización extensiva puede conseguir una recuperación de un desorden neurológico severo", explica Ian Duncan, neurocientífico de la Universidad de Wisconsin-Madison que encabeza la investigación. "Indica una profunda capacidad del sistema nervioso para repararse a sí mismo", según publica Science Daily.
El estudio se realizó a partir de la investigación de una misteriosa dolencia en gatas preñadas. Una compañía de investigación estudió los efectos en el crecimiento y desarrollo de los gatos cuando eran sometidos a alimentos que habían sido irradiados. Informó de que algunos ejemplares desarrollaban una severa disfunción neuroglógica, incluyendo pérdida de movimiento, de visión y parálisis. Cuando eran privados de la dieta irradiada, los gatos se recuperaban lentalmente, pero todas las funciones pérdidas quedaban restauradas.
Sometidos a estudio, se descubrió que los gatos afectados sufrieron durante el estudio con dieta una severa desmielinización de sus sistema nervioso, con una sintomatología parecida a la de los humanos en igual situación. Tras abandonar la prueba sobre dieta, se observó una restauración de la sustancia en cuestión y de la funcionalidad del sistema nervioso.
Para la aplicación a la investigación en humanos, el doctor Duncan destaca que este estudio resalta la importancia de desarrollar estrategias clínicas de remielinización.
Certificado por Isidora.
ResponderEliminarSi te caes de un sexto:
1 piso = 1 vida.
Certificado de Misi:
ResponderEliminar2 sondas= 2 vidas (más mucho ten con olor a pino)