La estructura ósea del gato se compone por 288 huesos, 40 más que el esqueleto humano. La mayor parte de este “excedente” se encuentra en la columna vertebral. La espina dorsal está compuesta por 51 vértebras: 7 cervicales, 13 dorsales, 7 lumbares, 3 sacras y 21 entre las coccigeas y las caudales. Las costillas, 13 en cada lado, son cortas y robustas.
- La espina dorsal es muy flexible, y la cola se puede mover en todas las direcciones.
- La cabeza es redondeada y se apoya en las vértebras cervicales.
- El hueso maxilar es ancho, y tienen 30 dientes: 12 pequeños incisivos, 4 afilados caninos, 10 premolares y 4 molares felinos y están provistos de una corana de puntas agudas. Los músculos de la mandíbula son cortos y muy potentes, y se insertan en los anchos arcos zigomáticos.
- Las extremidades se constituyen por radios óseos. Los pies de las patas anteriores tienen cinco dedos, uno de los cuales está elevado como un garrón. En las patas posteriores sólo tienen cuatro dedos. El gato camina apoyándose en ellos, que están protegidos por unas almohadillas plantares blandas y elásticas. Todo esto se corona por sus armas de ataque y de defensa, las garras.
Otro factor está dado por un músculo cutáneo que envuelve su cuerpo, siendo uno de los músculos más grandes de este animal, que le otorga una gran elasticidad. La articulación escápulo-humeral le permite mover su miembro anterior en casi cualquier dirección y la presencia de más de 500 músculos le imparten una gran variedad de movimiento a los huesos; ésto junto a un sentido nervioso y del equilibrio muy desarrollado, hace que el felino doméstico tenga movimientos casi perfectos que al verlos cautiva y fascina.
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